La perspectiva interaccionista centra su interés en el sentido subjetivista y volitivo de la acción social, al estudiar las formas en que los significados emergen de la interacción social, mediante las formas en que los individuos les otorgan sentido a sus cuerpos, sentimientos, biografías, situaciones y, en general, a los mundos sociales en los que habitan.
Para los interaccionistas el mundo social es una especie de tejido dinámico y dialéctico, en que las situaciones son siempre encuentros de resultados inestables. Su atención se dirige a los flujos de la actividad de la vida cotidiana y real, con sus continuos ajustes y, con frecuencia, impredecibles resultados (Beltrán, 1988, pp. 140 y ss.).
K. Weis ha llevado a cabo estudios etnográficos sobre la significación del deporte en sociedades precapitalistas, y muy especialmente estudios sobre marginalidad social y el papel que en la dinámica de estos grupos desempeña el deporte. Distingue entre asociación e institución, la primera podemos pertenecer como miembros, mientras que en la segunda estamos sometidos. Así como entre institución y organización (el órgano ejecutivo de la institución con sus modelos de conducta institucionalizados).
El deporte ostenta muy distinta significación según diferentes grupos de personas, en especial si éstas responden a diferentes patrones culturales (Weis, 1990, p. 19).
Marsh, Rosser y Harré (1978) interpretaron la violencia en el futbol a modo de batalla ritual sobre un determinado territorio. Tal planeamiento les llevó a entender la violencia como una especie de ritual en donde los actores tienden a proyectar su agresividad contenida. Javier Durán (1995) también ha recurrido a este planteamiento para estudiar a los hinchas futbolísticos.
La emoción, mas que ser algo estático, es un itinerario emocional de atribución de significados que varía a lo largo del tiempo (Puig y Morell, 1996, p. 448).